
Bueno, el caso es que llegamos por la tarde y mis papis ya tenían pensado un plan para empezar a descubrir la ciudad. Nuestro hotel (en la calle de la trócola… es broma, pero es que en Estambul los comercios se agrupan en las calles según el gremio y en nuestra calle lo que había eran rodamientos y cosas así) estaba cerca del puerto de Eminonu desde donde cogim
Esto explica un poco la mezcla de cultura que ahí se vive: mientras que las mezquitas y la gente vestida al estilo musulmán más o menos tradicional te hacen pensar eso, que estás en un país árabe, otras muchas cosas, como la gente vestida de pies a cabeza de Dolce&Gabbana (seguramente ropa falsa porque son especialistas en eso como os contaré en otra ocasión), te hacen ver que son bastante europeos. Comparados con Egipto (ya sabéis que fue nuestro anterior viaje), son muuuuuy europeos, pero claro, la religión se nota por todos lados, aunque aquí se lleve de forma mucho más relajada que en Egipto (beber cerveza no sólo no es problema sino que la Efes Pilsen, su cerveza, nacional, es como un símbolo del país).
Pero bueno, os cuento más cosas que hicimos. Tras disfrutar de una puesta de sol con la silueta de las mezquitas, nos fuimos a cenar y dormir porque el día siguiente lo teníamo

Aparte, en sus tiempos estaba revestida toda por dentro de mosaicos (los famosos mosaicos bizantinos que reconoceréis en la foto). Hoy sólo se conservan unos pocos pero son preciosos y es difícil imaginarse cómo sería en sus tiempos con todas las paredes doradas y llenas de dibujos ¡¡impresi
Bueno, creo que hoy ya he contado muchas cosas; en el próximo post os sigo hablando de Estambul que aún queda mucho que contar ¿os parece?
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