Hola a todos. No podía dejar pasar la ocasión de publicar en este día mágico, el 29 de febrero, un día que es casi como si no existiera, salvo para los que tuvieron la ¿mala suerte? de nacer ése día (mi papi se quedó muy cerca) de un año bisiesto… Otra excursión, pero esta "no oficial", fue al Capitán Cook, un restaurante al que te llevan en lancha y que está en la misma playa. Es un sitio curioso porque, al parecer, es de un gallego, así que puedes ver en la barra un par de jamones serranos, algo raro por aquellas tierras. La gracia del sitio, aparte de la tapita de jamón y la barra libre de cervezas, es que se come langosta, lo cual en España difícilmente se puede uno permitir. Tras la comida estuvimos en el Cortecito, una mezcla entre mercadillo y centro comercial, donde "Jill Pocoprecio" y "Johny el más barato" hicieron sufrir de lo lindo a mi papi al que eso del regateo (aunque no se le da mal) no le gusta mucho. Por cierto, a los dominicanos mira que les gusta hablar...
En fin, un sitio muy recomendable para disfrutar del mar, aunque da un poco de pena cómo vive la gente de allí y se tiene la sensación de estar en una cárcel de lujo.
Y es que fuera de los paradisíacos hoteles la gente vive en la pobreza o se dedican a ver pasar el tiempo (como los de la foto de al lado). Mi papi siempre se acuerda de los camiones de esos de volquete cargados de gente hasta los topes, que nos cruzamos a primera hora de la mañana (cuando la excursión de Isla Saona), y que, como si fueran mercancía, llevaban a los haitianos (vecinos de los dominicanos pero mucho más pobres) a trabajar… Pero bueno, no nos pongamos tristes. De hecho, nuestro recuerdo es el de un bonito viaje con muchas anécdotas, incluido el zorrillo apestoso que se vino en la mochila de polizón…




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